También podría titularse «Porqué no paran de anunciar nuevos logros en I.A. pero a mí me siguen pareciendo igual de tontas». Pese a que cada poco tenemos una noticia de algún avance increíble y coletillas de lo cerca que está la singularidad. Actualmente ninguna I.A. sería capaz de sobrevivir a cosas como «levantarse e ir a trabajar». Si, nos ganan al ajedrez, al go, nos apalizan a las damas o nos hunden jugando a videojuegos. Cosas que a nosotros nos cuestan sudor y lágrimas las máquinas las realizan en milésimas de segundo. El problema es que estamos infravalorándonos y no sabemos apreciar la cantidad de cosas dificilísimas que hacemos sin darnos cuenta y sin coste aparente. No penséis que esto es nuevo, tiene nombre, la paradoja de Moravec .
Hay que tener en cuenta que todas esas cosas que nos parecen tan complicadas como derrotar a maestros del ajedrez realmente no lo son tanto. Es solo que nuestro cerebro no ha evolucionado para jugar al ajedrez. Pero sí que ha evolucionado para reconocer objetos, mantener conversaciones, trazar planes y montón de cosas que hacemos sin esfuerzo y por eso no lo sabemos valorar. Sin embargo los ordenadores se crearon para agilizar los cálculos y son buenos en ello. Es sorprendente lo lejos que han llegado siendo tan relativamente simples. La I.A. es un logro de las matemáticas más la capacidad de cálculo alcanzada por el hardware.
En los comienzos de la inteligencia artificial se subestiman los costes de simular a los humanos. En unas pocas décadas se iba a lograr crear máquinas inteligentes, apenas unos pocos años en crear máquinas que mantuvieran conversaciones y superarían el test de Turing y el problema de la visión por computador en un verano estaría resuelto. La realidad resultó más dura de lo esperado y con el paso de los años nos hemos dado cuenta de que realizamos con facilidad tareas que realmente son tan complicadas que no sabemos ni como definirlas. ¿Cómo explicamos la capacidad humana de reconocer objetos y poder integrarlos en un contexto? La visión por computador sufre para separar los objetos de una imagen y reconocerlos todos y nosotros reconocemos las cosas con un vistazo incluso si están parcialmente ocultas y no solo eso, integramos toda la información para hacernos una idea del entorno.
Imaginad que dejamos a una máquina en una ciudad que no conoce de un país en el que nunca ha estado y donde hablan un idioma que no entiende. Su única ayuda es un mapa no muy exacto y una guía de viajes no demasiado extensa. Su misión es llegar al hotel y organizar un plan para visitar la ciudad en unos pocos días, sin olvidar lograr comer y dormir todos los días. ninguna inteligencia artificial esta ni cerca de lograr hacer eso, pero nosotros lo llamamos «vacaciones».
Además no hay que olvidar que en el caso de la I.A. la fuerza bruta sigue teniendo mucho que ver. Para que una red neuronal reconozca objetos necesita entrenar con miles de ejemplos de lo que queremos que reconozca y de lo que no. Para que gane a cualquier juego necesita muchos miles de partidas. Aunque nuestra capacidad de aprendizaje llega mucho menos lejos que las de la I.A. nuestra capacidad de aprender es muy superior necesitamos menos ejemplos y nuestro aprendizaje es más flexible.
En resumen, aunque nos parezca que la I.A. hace cosas increíbles es solo porque no sabemos valorar correctamente lo que nuestro cerebro hace con engañosa facilidad. Aun estamos lejos de darle a la I.A. esas capacidades. Quizás el problema no es que no sepamos valorar los avances realizados en I.A., asombrosos sin duda alguna, si no que no sabemos valorar nuestras capacidades naturales de lo acostumbrado que estamos a ellas.
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